Actualmente, en las oficinas, familias y gente de trabajo se usa el chat grupal de WhatsApp, ahí se cruza información, chismes, bromas e incluso se dan discusiones entre algunos miembros.
Se usan palabras coloquiales y hasta insultos. Nadie lo ve mal, y es que no está mal. Es como si estuvieran juntos y comentaran abiertamente de cualquier asunto. Supuestamente hay privacidad, confianza y todo se aborda sin temor, sobre todo en los Chats familiares. Es parte de la modernidad y bendita sea, porque une a familias separadas por un Océano.
Sin embargo, sobre la realidad vemos que la privacidad es la que te permiten, y va de acuerdo a tu nivel de importancia en lo político o en lo periodístico, porque quienes controlan esta tecnología, y las otras también, pueden leerte, escucharte y hasta verte a través de tus equipos con acceso a la red.
En Puerto Rico, se desató un tremendo escándalo debido a que el gobernador Ricky Roselló y su equipo hicieron comentarios, en su chat privado de grupo, los calificaron de “misóginos”, racistas y hasta machistas diríamos aquí.
Se filtró a todo el pueblo estas pláticas privadas, ahora piden su renuncia y toman las calles indignados y sin ver más que lo que quieren que vean.
Sin una voz o letra que les muestre la verdad. Como si fueran la pureza personificada. Sin pensar en el como hablas tú y tu familia en el Chat grupal.
¿Acaso no se hacen bromas fuertes, sobre cómo comes, cómo vistes, como cocinas o cómo celebras? ¿Es que todos se hablan con propiedad? No lo creo. Lo que hace este mundo mejor son las bromas entre familias y amigos en el Wats.
Pero se disfruta la paja en el ojo ajeno y se trata de esconder la viga que traemos en el nuestro. (La gráfica es solamente ilustrativa y es cortesía de La Foka)