APRENDIENDO A VIVIR
Por Aniceto Alfredo Rodríguez Vilchis / Pastor de la Congregación Cristiana Leche y Miel
TOLUCA, Estado de México; Febrero de 2017.- Los hombres no podemos vivir sin esperanza, todos creemos y esperamos que las cosas mejoren y alcancemos por fin la felicidad. Pero, ¿En quién o en qué ponemos nuestra esperanza? Quizá en una relación sentimental; en una actitud positiva, en la educación o en el trabajo. La humanidad entera y cada uno de nosotros en particular, nos encontramos en un camino hacia la destrucción y perdición.
Por otro lado la ciencia y la tecnología nos sorprenden por la velocidad en que avanzan. Y así mismo es increíble como la maldad aumenta en nuestra sociedad. ¿Cuál es la causa? La respuesta es: El hombre no conoce a Dios o se alejó de él, sí; de su creador.
A LO BUENO SE LE LLAMA MALO Y A LO MALO BUENO
Usted y yo fuimos creados con el fin y propósito de que Dios expresara su amor hacia nosotros y que nosotros podamos corresponder a ese amor amándolo a Él. Por eso el resultado es de una sociedad que se degrada o se degenera cada día más, de tal manera que a lo bueno se le llama malo y a lo malo bueno, entonces no debe sorprendernos de donde vienen tantas guerras, matanzas, injusticias, homicidios, violaciones, secuestros, abusos, corrupción, robos y un sinfín de hechos que atentan contra la dignidad y seguridad del hombre, y nos preguntamos ¿Qué hace Dios cuando ocurren estas cosas?
Y la única respuesta que hay es que todo esto es consecuencia de no darle a Dios el lugar de honor que se merece en mi vida y familia.
Sí y sólo sí, la esperanza solamente puede venir del único que tiene el poder para solucionar los problemas del ser humano y es Dios.
La esperanza del hombre no es una filosofía o una religión es una persona y su nombre es: Jesús el Cristo, el unigénito Hijo de Dios. Salmo 39:7 «Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza en ti está.» Salmo 62:5 «Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza.» Salmo 91:2 » Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.»
El no tener esperanza es una actitud negativa que más afecta al hombre en este tiempo. La esperanza parece que tiene una vida muy corta pues se pierde cuando nos enfermamos, nos falta el trabajo, cuando nos sentimos acechados por personas o situaciones que pueden causarnos daño, cuando nos sentimos solos y sin saber cuál es la solución o el camino que debemos seguir. En la Biblia la esperanza se considera una gran virtud pues viene acompañada de fe y amor, 1a. de Corintios 13:13. Son virtudes que deben permanecer en la vida de las personas.
En otras ocasiones la esperanza nos da seguridad a corto plazo: como saber que vamos al trabajo y vamos a regresar a casa, otra es que sabemos que hoy vamos a cobrar nuestro salario pues es el día en que nos pagan por nuestros servicios, esperar recibir una buena noticia el día de hoy, o firmar el contrato de un negocio importante.
A mediano plazo esperamos conservar nuestra buena salud, que nos mantendremos en nuestro trabajo, remodelar o ampliar nuestra casa. A largo plazo esperamos tener un matrimonio feliz, que nuestros hijos estudien, que sean profesionistas y personas de bien, trabajadores y felices. Así que vivir sin esperanza puede ser una de las experiencias más difíciles en la vida de toda persona.
LA FE AUMENTA CUANDO NUESTRA ESPERANZA ESTA EN DIOS
La esperanza es la confianza firme y segura de que Dios hará lo que prometió, la fe aumenta cuando ponemos nuestra esperanza en Dios, por lo que no debemos seguir depositando nuestra esperanza en cosas vanas, o lo que peor aún, vivir sin esperanza.
Jesús el hijo de Dios es nuestra única esperanza, en la vida debemos pensar en la esperanza como una necesidad espiritual. El Salmo 40, nos ayuda a entender está dimensión espiritual. Sabemos que David escribió muchos Salmos por las situaciones críticas que vivió, que había muchas personas que querían matarlo. Pero en medio de tanta incertidumbre y desesperación , David encontró siempre la respuesta para cada situación.
Puso en Dios toda su esperanza y, de esta forma encontró el descanso para su alma y poner a salvo su vida en muchas ocasiones. Depositar en Dios nuestra esperanza no es una actitud de huir de la realidad. No se trata de que uno se auto engañe con ideas románticas sobre los problemas personales, familiares, laborales o sociales, y que todo se resuelva transfiriéndoselos a Dios como si se tratara de una fórmula mágica.
No poner en Dios nuestra esperanza es una actitud que le damos por su presencia, por su gracia y porque sabemos que Él obra a nuestro favor. Esperar en Dios es una actitud de confianza y de fe. No poner en Dios nuestra confianza y esperanza, eso sí, es considerado como un error, porque entonces sólo podemos confiar y esperar en nosotros mismos y el resultado de antemano ya lo conocemos pues todos sabemos muy bien nuestras limitaciones y sabemos que solos no podemos.
La esperanza se fundamenta en la acción de Dios para el mundo y nuestras vidas, esperamos en Dios porque vemos como guarda a nuestras familias, vemos como gobierna el universo, vemos su soberanía y autonomía, porque leemos en la Biblia la historia de la creación humana, su salvación que es por gracia divina.
Podemos confiar y esperar en Dios porque envió a su hijo unigénito para darnos salvación y vida eterna escribiendo nuestros nombres en el libro de la vida como personas salvas por su gracia. Al escribir este Salmo David expresa su esperanza en Dios. «Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre la peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiaran en Jehová. bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados.» Salmo 40:1-5 Estas palabras expresan la obra de Dios a favor de David y de todos nosotros. En los versículos 12 al 17 leemos: «Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla. Quieras, oh Jehová, librarme; Jehová, apresúrate a socorrerme.
Sean avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla. Vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean; Sean asolados en pago de su afrenta los que me dicen: ¡Ea, ea! Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido.
Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.» Vivir confiando en Dios y puesta nuestra esperanza en Él es la forma más segura de salir vencedores ante todas las adversidades que se presenten en nuestras vidas. Dios les bendiga abundantemente.
Escríbanos, sus comentarios nos interesan. congrelecheymiel@yahoo.com.mx