SIC SAC

M.A. ELDA CLEMENTE REYES

Muchos comentarios se han escrito en torno al gran jugador del ajedrez político a nivel nacional. Digo lo anterior, porque a mi juicio Luis Videgaray Caso, actual secretario de Relaciones Exteriores, es el único del gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, que supo dirigir su proyecto al objetivo que se trazó desde el inicio del sexenio a diferencia de otros priístas que se quedaron varados en su pretensión.

Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, es uno de los personajes que se sentía seguro de lograr la candidatura presidencial por su facilidad para cabildear con los partidos políticos, gobernadores y representantes de las cámaras de Diputados y Senadores.

Sin embargo, no dio el plus que debía dar ni cumplió al pie de la letra su misión de interlocución con la ciudadanía, los grupos fácticos y la oposición radical, a fin de reducir los niveles de desaprobación y pérdida de credibilidad del presidente.

Al contrario, todo indica que utilizó esos factores en contra de su jefe como una forma de amagarlo ante la decisión que finalmente favoreció al ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, luego de aparentar que había más jugadores en la mesa incluso dejar correr y soltar la rienda a alguno que otro acelerado que no desaprovechó el escenario de aparente “confusión” y galopó como potro desbocado frente a una decisión que a todas luces era clara y evidente. El gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, fue uno de ellos.

No es que Videgaray sea un tecnócrata super dotado con poderes especiales, pero desde la campaña de Peña Nieto, supo mover sus piezas en posiciones estratégicas, al grado de dejar fuera de las grandes decisiones a Osorio Chong, a quien las encuestas ubicaban como “favorito” sin entender que la jugada maestra estaba en marcha y su principal conductor ya le había tomado ventaja.

Aclaro que no soy fan de Videgaray pero su desempeño me parece que no debe minimizarse, justo ahora que, nuevamente vuelve a ser el principal operador político de una campaña presidencial que no solo será reñida sino también pondrá a prueba a los candidatos, su capacidad de negociación, persuasión, convencimiento y, lo más importante, el triunfo o fracaso de sus plataformas políticas.

Está claro, que los aspirantes de oposición y los independientes, tendrán que vencer primero al actual secretario de Relaciones Exteriores, antes que a Peña Nieto y José Antonio Meade.

¿Alguien duda que Videgaray guíe la campaña de Meade después de coordinar la de Peña Nieto y luego de cinco años colocar a su alfil como candidato? Si alguien lo duda, le recomiendo leer el Arte de la Guerra de Sun Tzu.

Error no intencionado

Luego de la difusión de la propuesta del diputado y presidente del PRI Ernesto Castillo Rosado, en el Congreso del Estado; por la cual ha sido objeto de burla, críticas y lo han crucificado como a Cristo.

Me parece que su planteamiento hay que analizarlo fríamente porque es la primera vez, que un legislador local propone solicitar a las autoridades electorales ver la posibilidad de que exista el requisito para que los aspirantes presidenciales hagan públicos los resultados de sus exámenes físicos, toxicológicos y de salud mental.

La idea no es mala tampoco descabellada, conocer el estado de salud de un aspirante del partido que sea, es lo menos que debemos exigir los ciudadanos para no entregar el poder a un depravado, adicto o enfermo terminal.

Si analizamos la propuesta del diputado, no está fuera de lugar, lo que levantó polvo y les dio armas a sus enemigos fue el señalamiento final de su intervención, al asegurar “el primero que se sometería a los exámenes y saldría positivo en todos y cada uno de ellos, sería nuestro precandidato José Antonio Meade Kuribreña”.

Los correligionarios de Ernesto saben de su lealtad, conocen su labor y cualquier analista político serio y en su sano juicio deduciría que su actuación no fue intencional. Días antes Ernesto fue el primero en proponer a José Antonio Meade, que Campeche sea el primer Estado donde inicie su campaña. Por lo tanto, no veo un sesgo de malicia anticipada contra quien el mismo Tito invitó y le entregó sus cartas credenciales en señal de apoyo absoluto ante medios nacionales y dirigentes estatales priístas de todo el país.

Hay que ser demasiado malicioso como para pensar o suponer lo contrario a un traspié provocado por un juego de palabras, al mencionar “positivo” en lugar de “negativo” porque todos somos humanos y en algún momento erramos al decir un dato, una cifra, un porcentaje o una palabra.

Por eso, me parece que, en lugar de echarle más leña al fuego, los que hoy se ríen del diputado y presidente del PRI deberían pensarlo dos veces, y aunque la polvareda que se levantó alrededor de este tema tuvo alcance nacional, a todas luces se observa en el vídeo que circuló en redes sociales, que no hubo mala fe y fue solo, desde mi perspectiva, mi análisis y mi humilde opinión, un error no intencionado.

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