Tanto el satanismo como la hechicería se han convertido en una práctica cada vez más comunes.

Por Lourdes Alonzo Parrao

*Las sectas satánicas existen, tienen adoradores fieles que no pueden evitar su repudio a quien lleva a Cristo Jesús en su corazón. Intentan convencerlo de que Dios no existe, pero el príncipe del mal si.

Ante un verdadero hijo de Dios no pueden, se agotan y optan por descargar odio hacia quien nunca les ha hecho o haría algún mal.

Los ateos lo secundan y los hermanos de oscuridad aplauden, festinan y bailan con quien tiene el poder conferido por el diablo

Esto es real, no fábula ni cuento de terror, hay satanistas donde menos te imaginas. Como buenos discípulos son mentirosos, calumniadores, hacedores de maldad, pero se olvidan que el hijo de Dios, el Maestro, Santo, Santo, Santo camina junto a un cristiano honesto, valiente, que siempre habla con la verdad.

Estos ilusos con un poco, muy poco de poder en la tierra, creen que por adorar al mal, cuando lleguen al infierno serán recibidos con fiesta, alcohol, riqueza y perversiones. Desconocen la verdad escrita: «Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga». Marcos capítulo 9 versículos 43 y 44, escrito está.

En pocas palabras, vives aquí disfrutando mieles, porque eres un reclutador de almas, respiras 70 años o poco más, luego antes de partir, si no mucho antes, vienen los dolores, enfermedades, males sobre tus hijos incurables, recordemos que la Biblia dice que el diablo es el padre de la mentira, así que te tortura desde antes de partir y luego te arrastrará con el al lago de fuego, donde las almas claman por salir un minuto. Y será por toda la eternidad.

¿Porqué un cristiano no cede? Jeshúa, nos prometió una morada en el cielo, caminar calles de oro, entrar a alabar al Padre, ver ríos de cristal, por toda la eternidad. ¿Nos dirán fanáticos? Por supuesto. ¿Nos perseguirán, humillarán, odiarán, sin hacerles nada? Claro que si. Se lo hicieron al Mesías, quien predicaba amor, perdón, sanaba enfermos y moriría por nuestra salvación. Nada entonces nos extraña. Solo oramos por quienes nos hacen dańo. (La gráfica es ilustrativa y es cortesía de Taringa!)